Leemos en Juan 12, que Jesús dice:
Joh 12:24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
v.25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
v.26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
v.27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.
v.28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
Joh 12:29 Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno...
Si terminamos de leer el versículo 29, veremos que también otros preguntaban si era un ángel, pero ninguno atinó a decir quien había hablado, Dios Padre (y qué irónico, ellos proclamaban ser hijos de Dios, Abraham, Moisés, etc., como se ve en el capítulo 8, aunque esa es otra historia...)
Quiero notar, que los que dijeron que la voz de Dios Padre había sido un trueno, en sus mentes buscaron una explicación científica, física, creíble, razonable, argumentativa y demás, de la voz divina...
Y la verdad, ellos representan muy bien a la multitud de científicos, tecnólogos y conocedores de nuestro tiempo. La Biblia los llama "los sabios de este mundo" (1 Corintios 1:27). Buscando afanosamente una explicación científica, que pueda ser interpretada con su limitado raciocinio, a lo que muchas veces, solo tiene una imponente explicación: Dios.
Dios es insondable en sus caminos, eterno en su ser, infinito en su persona, ¿cómo podemos nosotros, pequeños y torpes humanos, tratar de entenderlo? Bien dice la Biblia, que la insensatez de Dios es más alta que la sabiduría humana (1 Corintios 3:19)
Ciertamente, Dios nos dio habilidades, mente e intelecto para conocer nuestro mundo. Pero reconozcamos que tenemos un límite, y cuando la inmensidad de Dios se abre a nuestros ojos, mejor alabemos al Creador y Dios eterno, que es digno por los siglos de los siglos (Salmo 45:6).
Donde tu razón no pueda avanzar, deja que tu fe busque y alabe a Dios.
Joh 12:24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
v.25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
v.26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
v.27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.
v.28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
Joh 12:29 Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno...
Si terminamos de leer el versículo 29, veremos que también otros preguntaban si era un ángel, pero ninguno atinó a decir quien había hablado, Dios Padre (y qué irónico, ellos proclamaban ser hijos de Dios, Abraham, Moisés, etc., como se ve en el capítulo 8, aunque esa es otra historia...)
Quiero notar, que los que dijeron que la voz de Dios Padre había sido un trueno, en sus mentes buscaron una explicación científica, física, creíble, razonable, argumentativa y demás, de la voz divina...
Y la verdad, ellos representan muy bien a la multitud de científicos, tecnólogos y conocedores de nuestro tiempo. La Biblia los llama "los sabios de este mundo" (1 Corintios 1:27). Buscando afanosamente una explicación científica, que pueda ser interpretada con su limitado raciocinio, a lo que muchas veces, solo tiene una imponente explicación: Dios.
Dios es insondable en sus caminos, eterno en su ser, infinito en su persona, ¿cómo podemos nosotros, pequeños y torpes humanos, tratar de entenderlo? Bien dice la Biblia, que la insensatez de Dios es más alta que la sabiduría humana (1 Corintios 3:19)
Ciertamente, Dios nos dio habilidades, mente e intelecto para conocer nuestro mundo. Pero reconozcamos que tenemos un límite, y cuando la inmensidad de Dios se abre a nuestros ojos, mejor alabemos al Creador y Dios eterno, que es digno por los siglos de los siglos (Salmo 45:6).
Donde tu razón no pueda avanzar, deja que tu fe busque y alabe a Dios.
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